Nuestros inicios
La historia de Abarrotera Avila, lo que hoy es SuperÁvila no se puede contar si hablarles acerca de su fundador El Sr. Jorge Avila, un aguerrido chamaco que a los 6 años andaba correteando becerros originario de Las Urracas, pequeño poblado de 9 casas, forzado por el destino forjo su carácter en el campo en pequeños pueblos del municipio de Choix. Con lonche en mano caminaba 3 kilómetros diarios para poder ir a la escuela, en su último año de primaria vivió de arrimado donde tenía que pagar la posada y la comida con trabajo jalando una rastra de espinas en la siembra de su tío. Hasta aquí le dieron estudios, a la edad de doce años su hermano Alfredo y el, ordeñaban alrededor de 60 vacas; viviendo también del campo y durmiendo en el monte cuando había que cuidar la cosecha. Hasta los dieciocho años fue ir y venir a los pueblitos de Mautos, Toipaqui, la botana, el vallado, entre otros, en busca de pasto y agua para el ganado de su abuelo.
A lo largo de esos recorridos estuvo a punto de morir dos veces ahogado porque se aventaba al rio sin saber nadar, -quizá por eso aprendí a nadar, por salvar mi propia vida-. Cuando el hizo su autobiografía se le pregunta ¿porque se aventaba al rio? a lo que él contesta, era muy aventado y para que los demás se animaran, lo líder lo traía desde pequeño, ya que siempre te está impulsando a dar más de ti.
Amante de la música, a los 16 años su papa lo ayudo a comprar unos instrumentos musicales con los que formo un grupo musical; decisión que él considera la más importante de su vida, ya que gracias a que se dedicó a la música conoció a la mujer de su vida, Doña Leticia Ochoa, quien lo ha apoyado a lo largo de todos estos años.
Desheredados por su abuelo, su papa Don Domingo Avila, después de pensarla mucho, se decidió y vendió dos burros, 2 mulas y 3 vacas que le quedaban. Llegaron al barrio del Tabachin en los Mochis, Sinaloa donde compraron tablas para levantar un abarrote.
Es aquí donde inicia otra historia importante en su vida, su papá se pone a trabajar con los albañiles con el bote de mezcla al hombro, Carlos el hermano mayor trabajaba en una empresa que vendía todo para gasolineras y el, siendo el segundo hijo de la familia, se quedó al frente del abarrote, de igual manera ayudaban sus hermanos menores Alfredo, Lupita y Javier en el abarrote, por ratitos porque ellos si asistían a la escuela.
Viendo que más podía hacer logro ser contratado por una abarrotera, las puertas las tenía negadas por la inexperiencia y le pedían carro propio, aferrado a su objetivo solicito ser contratado a prueba sin gozar de sueldo; ante esa insistencia el dueño del negocio decidió darle la oportunidad. De lo que el Sr. Garibay nunca se arrepintió porque llego a convertirse en poco tiempo en el mejor de sus vendedores. Adquirió en esta empresa experiencia en ventas, compras, gerencia y todo lo relacionado con abarrotes, haciéndolo sentir más seguro para emprender su camino. Para ese entonces ya había montado su primer abarrotito el cual atendía su esposa, y años más tarde una pequeña abarrotera de medio mayoreo siendo lo demás historia conocida por todos.